Cuando me dejas así, viene a mi mente la imagen de los cuatro pisos que hay bajo mi casa, la velocidad a la que caería y las imágenes que vería antes de acabar con todo.
El odio no sirve de nada, y ahora mismo ni te odio, ni te quiero, sólo siento una confusión aguda y ganas de coger atajos.
Pues sé que tengo algo así como una dependencia de tí, yo ya no sé si esto es amor, pero no lo puedo vislumbrar por mí misma; sólo lo sé, por lo que otros dicen, que no es ni mucho menos, incontestable para mí.
No me gusta saber que hay un agujero y tener la seguridad de que seguiré yendo directa a él aunque pasen los días. No me gusta tener que hacer fuerza de voluntad, me siento como una heroinómana, sólo estoy tranquila cuando tengo tu dosis.
Otra vez me dejas, porque yo no sé, no puedo y no lo concibo, y el camino así es más fácil para mí, y cada día duele menos, pero nunca sé si sufro en vano, pues dos veces volvimos, y la de ahora ya no estamos tan enamorados, pero aún así, se me hace cuesta arriba. No lo sé, no sé nada, lloro, me desconsuelo, y pienso en morir para no sentir nada.