lunes, 26 de diciembre de 2011

Me perdí

He perdido el norte, ya no estudio, mi motivación se ha ido, y la posposición sin retorno se adueño de mí. Salí de fiesta, pensé en cosas banales, imaginé vidas locas, como la de este verano... eché mis raíces a perder, mientras vuelo entre tempestades atractivas.
Siento que me he perdido en el camino, y que lo pagaré... me consuelo con la idea de, aún así, tener suerte...
Tengo que pararme y tomar las cosas en serio, volver a pensar como lo hice estos meses pasados, tener fuerza de voluntad napoleónica, y organizarme...
Nadie puede ayudarme, sino lo contrario, está demostrado, sólo soy yo y mi lucha, conmigo misma, y con los demás... que no pueden ponerse en mi lugar ni dejarme de lado, como si me hubiera convertido en una especie de monja de clausura.
Ves las noticias, y te preguntas, si realmente servirá para algo, es difícil seguir cuando ni siquiera tienes la certeza de que, consiguiendo aprobar, tendrás una plaza. Esa idea puede conmigo, y ya no sé que hacer...

Dudar es lamentable.

martes, 20 de diciembre de 2011

Quién soy y a dónde voy?

Lo sabes tú?, yo tampoco. A veces no sabes si lo que está en tu mente es lo real, o tan sólo un conjunto de sustancias, que meramente te hace sentir así.
Cómo narices sé lo que quiero, y a dónde voy? ah sí, en ese artículo de psicología transpersonal, ponía que debía meditar... quizá estoy comenzando a escindirme entre distintas identidades que chocan entre sí.
En lugar de eso me estoy evadiendo, debo meditar, debo meditar...

Cuajada

Cuaja: el sonido entre tus oídos corre melosamente, rebosa ritmo.
El presente se mueve, trunca ladrillos de vacío. Luchas por él, desde la contemplación visualizada del futuro. Tus profundidades brotan en el manantial de la risa. Asocia, rima.
Densidad. Batería de pensamientos. Pasiones simples. Juegos libres. Palabras saltarinas. Y no es poesía, demasiado retorcida.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Amor

De cuando sientes amor,  a un estímulo, artificialmente en parte provocado, y no puedes parar.
De cuando la música te atrapa, hasta no ver ni quien eres, ni a los que  se hallan a tu alrededor.
De cuando estás en trance, y quisieras no salir de él.
De cuando oyes brotes, algo nace, dentro, fuera, y puedes atarte a ello, abrazarte, dejarte ir, en sus brazos.