Cuando te das cuenta de lo que abre un final.
De que sólo hubo miedo.
Que nunca supe si llegaste a imaginar lo que sentía por tí,
y eso me da infinita pena. No sé hacerlo, caminé
siempre entre arbustos, haciendo al revés, camuflando
todo con risas y bromas e incluso alejándome, de manera que no pudieses
darte cuenta, aunque seguramente lo hicieras, o eso quiero creer.
Salvo la última vez, quizá más desprendida del miedo, por el dolor.
Puede ser, que supieras, que siempre tuve miedo, miedo de ser invadida por la luz,
y hacerme pequeña.
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