Así me siento, huyendo de algo que me atrae sin remedio. Me gusta mucho, no puedo evitarlo, quizá sea una sustancia que pide mi cerebro, y debo no hacer caso, hasta que su demanda se haga más soportable.
Quiero estar envuelta en su nube, vibrar de emoción, sin que nada ni nadie pueda bajarme de ese altar de placer y diversión...
Pero lo realidad es otra, ese algo me hace daño, a la vez que proporciona un gusto emocional severo, trepidante, pomposo: Ay!
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