Oda a Vicente
Que sé yo, que no sabía nada en tu presencia, sabía que no sabía nada, y tú lo sabías más, y por eso yo pensaba que sabrías que yo lo sabía menos.
Maldito miedo ante corazones nobles, Maldita envidia de la inteligencia abrumadora, del don de gentes, Del miedo al error. De la Alegría sin máscara. Del nombre que rima con miles de cosas.
Maldito Vicente, que no acepto que te vayas, no te vas a ir porque te hablo todos los días, quiero que estés conmigo, se ha despertado algo que estaba dormido, y eras dueño de unos sentimientos.
Te llega a tiempo, a tiempo de parecer no saber.
A tiempo de leer nuestras conversaciones, donde intentaba hacerme la graciosa para poder estar a tu nivel, de alguna manera imposible. Te dejé en mitad de mi irregularidad, La ilusión no pudo con mi oscuridad, no sé si lo sabías, yo lo intenté. Y deja de dibujar por ti, ahora lo sé, que me dolió no seguir colaborando contigo cuando tú me esperabas, cuando tú sabías que te iba a fallar. Cuando tú sabías que yo caminaba por senderos irreparables.
Ya no te busqué porque era encontrar mi renuncia ignorante.
Vicente sabía tanto, y yo era tan inconsistente. Me decías que la poesía era visceral y que la gente no lo sabía. Que la gente no sabía cuán carente estaba de poesía su vida hasta que lo experimentaba.
Tener conversaciones así, mientras estaba en otra cosa, era un sacrilegio. Dijiste que me debías una llamada hace miles de años, que se convertirán en otros tantos, porque allí no sé si funciona el teléfono, qué quieres que te diga a lo mejor las tarifas son muy caras, Bueno, que me desvío de la conversación, seguramente ya eras trilingüe y no te entenderé.
Me dijiste que siempre podría acudir a tí como viejo amigo, Sabías que no paraba de meterme en relaciones tóxicas , Yo pensaba, porque viejo amigo; viejo amigo, y ahora eres nuevo, Porque eres la persona más nuevo en mi vida, con la que ya no puedo hablar, Y me dan ganas de acudir al diablo para pedírselo, una última conversación,, saber, saber, saber, lo que no puedo saber, Si tuvimos miedo. Y te hablo día y noche, Y ahora se me ha borrado tu risa; y me contesto o me contestas, y las respuestas son fugaces como las estrellas. Me decías problemas del primer mundo, como dice una buena amiga mexicana, hola Edith, gracias miles Por dejarnos desahogar y despedir a alguien tan maravilloso, con algo tan sublime. Que no te has ido Vicente, que mi corazón se ha hecho más grande solo para poderte guardar. Que ahora los armarios son baratos gracias Ikea, que no me quiero poner sentimentalista porque yo lo único que quería era reír, mientras tu trabajabas. Ahora sólo quiero leer y leer todo aquello que me recomendaste, Eso de la relaciones como Constructo capitalista, eso de los poetas que murieron jóvenes y les fue bien, todo aquello que tú sembraste, que tú recibiste, que tú querías compartir que tú querías, que tú querías en un mundo que no estaba preparado para tí.
Que tu huerto estará bonito siempre porque lo regará a tu amada, Que le acompañaremos y será Vicente en una mujer porque era tu mitad y no queremos perderte en ella, sino ganarte; Y crecerás dentro de todo eso, porque ahora eres parte de todo. Me dijiste que no hacía falta que luchará contra mi soledad, que eso no existía, que era parte del universo, como ahora esto ya no es imposible porque ahora puedes estar con todos. Ahora entiendo todas esas cosas que tú sabías hace 10 años. Que te ibas a hacer repartidor de poesía, y mentiroso en broma. Es que no podía imaginarte mintiendo. Aunque seguro que lo hacías.
Vicente ya era feliz. Vicente duele tanto como mirar a un pozo y querer tirarse a él. Vicente, no, Vicente no, me decía: y Vicente solo puede transformarse. Vicente, es energía. Vicente ha creado tanto dolor en el amor, que no puede irse.
Vicente siempre fue la luz que nos decía Platón, que estaba fuera de las cavernas, y nunca quise salir. Te dejé sí, Sólo oteando las estrellas, para no sentirme cobarde por no buscarlas. No me importaba, que te las quedarás tú, porque las merecías.
Vimos el amanecer de un nuevo día, terminamos con todo, tuve miedo del dolor de acercarme a tí, De mis sentimientos encontrados, de no poder decir la verdad. Que siempre te quise por encima de los demás, pero no pude decírtelo, porque los ídolos no existen. Se los lleva el aire.
Me habría gustado decirte que vi a Blur en Londres, que fue un sueño, que es el amor con la persona amada, y que no importa lo que luches ni la distancia, ni lo que pase antes, cuando estabas delante, todo se olvida. Cuando estabas delante sólo estaba Vicente, Lo demás era accesorio, Que alguien de tu nivel considerara mi diálogo interesante ya era un premio, Así que siempre me esforzaba. Todos queríamos atención de Vicente, porque Vicente era alguien a quien ganarse.
Jero, tu primo, era un bálsamo; No tenía esos ojos que me cortaban como un iceberg punzoso.
Tu mirada, Vicente, desnudaba las almas rotas, Desmelenando las sombras que no quería ver . Jero era marrón como la miel. Una Abejeta que te picaba y a la vez te hacía caricias. Endulzaba todo sin mover la cuchara, dentro de mí había cardos y los convertía en flores. Cuando mandabas un mensaje de que nos íbamos a ver, ya no tenía miedo de nada, porque sabía que estabas,
Que podía decirte: hoy tengo miedo, y tú con bellas palabras dejabas sin sentido el malestar. Me dijiste Que eras como tu madre, La imagino mágica; Y fue lo mejor que hice , sacarte aquel día de la fiesta, del ruido, y Decirte que quería hablar, no estar de fiesta, sino conocerte un poquito, Saber qué te había pasado todos estos años, aunque yo no suelo preguntar a nadie, (no era capaz de hacer una llamada porque No funciono así) hablar para que me contaras todo esto bajo la luna Y las estrellas que vi con tu primo. Hacer que te admirara más por ser tan valiente y fuerte, Por ser capaz de amigarte con el dolor Y la risa, como si fueran la misma cosa, Porque amabas a las personas.
Solo quería una noche más como aquella, como algo que no se va a repetir, qué pasó con 14 años, y jamás olvido que los tenía; cuando éramos puros, cuando todavía no teníamos miedos insanos, ni envidia, ni presión social, ni responsabilidades salvo con un futuro incierto, Para el que teníamos tiempo; puto tiempo.
Engaño. Puto engaño del tiempo. Qué me dirías?
Con Vicente nunca fui capaz de hablar, su presencia, su presencia para mí fue el misterio tan grande y quizá no quise romperlo, sin embargo, sé que no había nada que romper salvo mi miedo, eso que me quitaba Jero.
Vicente fue mi primera pelea, Yo le dije “gordo” y él a mi “negra”, ya nunca volvimos a pelear, cuántos años tendríamos, seguramente cinco o seis y todavía me acuerdo, en los columpios, porque me enfadaría? . Cómo te odié, (y como decidí no volver a insultarte) y mi primer beso, Mi primer abrazo con alguien, en una maravillosa nocturnidad, mi primera conversación no tenida. Mi terror envenenado, mi ser a mediodía. Y ya no volvió a ocurrir nada de eso. Sé quedó como en las aguas de un pantano. Si me pudieras prestar una tabla de surf.
Llevo años asomándome a ese lugar para recordar tanta belleza, en aquella era. Una puerta en medio del campo Con mirada al infinito, sin saber que un día iba a tener que buscarte allí. Dulce estrellita de vapor. Que pudimos pedir todos los deseos y silencios del mundo, y ya no recuerdo si se pueden cumplir, puesto que no recuerdo qué narices pedí, Y tú también te lo guardaste. Te recuerdo los gestos que hacías, porque te molestaban las lentillas, que ahora recuerdo que cantábamos juntos, y se me había olvidado, Aunque tú sabías inglés y yo me lo inventaba, Podías haberme dicho no así no se dice, pero jamás lo hiciste, Eras tan elegante, y supongo que no querías que tuviéramos miedo. Y eso que decías que yo los tenía bien puestos.
Creo que fue, que fuéramos felices, o ser feliz, espero haberlo conseguido. Bendito Jero, y bendito Vicente, Como os quiero. Me decías que leyera filosofía y filosofía eras tú. Desde el silencio te escucho, sigue tocando, no pares! Sigue tocando la canción de los guías imperecederos.