Cuantas noches he pasado, conmigo misma, sin exigencias de ningún tipo. En estas horas me siento libre, ya no hay nada que deba hacer, más que disfrutar de mi compañía, de la de otros noctámbulos, cuyas ataduras son las mismas, y dejar que pasen las horas, mientras fluyes con la vida, la oscura.
Sea escuchando música, oyendo la radio, estudiando, o bailando, la noche no ha tenido nada que envidiar al ajetreado y prejuicioso día.
Aquí nadie mira mi cara, ni como visto, ni si sonrío o no, sólo soy yo, con la noche, acompañándome.
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